Santurantikuy (24 de diciembre)

Historia del Santurantikuy

Poco después de instaurada la colonia española en Perú, en la ciudad de Cusco, tras la derrota o decaimiento de la sociedad incaica y ya "asimilada" la religión católica, se comenzó a celebrar cada 24 de Diciembre, en la Plaza Mayor de cada pueblo o comunidad, la fiesta del Santurantikuy; feria de arte popular, donde la palabra quechua lo dice todo:

  • Santu (santos).
  • Ticuy (venta).
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A pesar de la imposición de la religión católica los andinos no olvidaron sus tradiciones religiosas, manteniéndolas casi en forma escondida. La naturaleza, para ellos, tenía sus propias representaciones espirituales: el Apu, espíritu del cerro; la Pachamama, la tierra y el Inti, el Sol como divino hacedor.

Muchas de las crónicas de la colonia, que fueron escritas alrededor del siglo XVII, relatan que los sacerdotes españoles, recorrían los caseríos tratando de catequizar a los indios nativos. Justamente en épocas de Navidad, les hablaban de Emmanuel, el niño que nació en Belén y cuyo nombre quiere decir "Dios con nosotros".

De antaño, el Cusco fue un centro muy importante de artesanía en tiempo de la colonia; aquí aprendieron los campesinos peruanos a hacer la imaginería en estilo español, de tal manera que en el siglo XVIII, era una industria muy conocida tal vez en todo el mundo, connotaba la presencia de "altares" y terminaba a las tres o cuatro de la tarde, ese mismo día, y desde tempranas horas de la mañana, comenzaban a llegar los artesanos, algunos desde comunidades lejanas, con sus mantas cargadas de niños Manuelitos como le llaman al niño Jesús; pastores, reyes magos, vírgenes, angelitos y todo aquello que pueda incorporarse al nacimiento; pero evidentemente como en todo pueblo, las costumbres van cambiando, se van suavizando y algunas también se van perdiendo.

El hacer las imágenes se hizo una costumbre, de tal manera que para la fiesta de Navidad, se tenía una gran cantidad de imágenes en oferta para que el pueblo compre, y eso generó la feria del Santurantikuy que se celebra únicamente el 24 de diciembre, y exclusivamente en el Cusco.

Podía verse también el asombroso talento de la gente que fabricaba no sólo los santos de yeso, sino también todo tipo de miniaturas, que incluían diminutas carretillas de metal, con la pala y el pico correspondientes; maquinitas de coser Singer, que la propia compañía que las producía no hubiera podido copiar con tanta minuciosidad y perfección; fogones y ollitas de barro.

En el Santurantikuy también se vendían golosinas típicas de las fiestas, dulces artesanales, crocantes maicillos, "jalada", algodón de azúcar, porotos, chicha blanca.

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Santurantikuy Actual

Hoy se ha convertido en una de las más grandes ferias artesanales del Perú. Los cusqueños acostumbran "hacer nacer al niño" porque, como había tanta imaginería, todas las familias tenían imágenes y acostumbraban hacerlo en la forma más natural posible, en grandes extensiones, una habitación completa o más, o la mesa del comedor toda llena de figuritas y adornada con elementos naturales para simular el portal de Belén.

El Niño Dios genera cientos de empleos en el Cusco. Cada año pone a trabajar a más de cien familias. Artistas populares, artesanos, amas de casa, costureras, bordadoras, tejedores, carpinteros, hojalateros y ceramistas preparan sus obras durante meses para un solo día. El 24 de Diciembre, antes de que amanezca, sus puestos están armados en la gran plaza emperadora.

Los cusqueños buscan en el Santurantikuy, la feria de imágenes, cuanto necesitan para el arreglo de sus pesebres, belenes o portales; se encuentran desde ramas de eucalipto, molle, quewña, helechos, cardos y achupallas, hasta pastores y una gran variedad de figuras bíblicas y andinas. Por supuesto que los imagineros del Niño Dios son los más vistos, porque los presentan Santurantikuy quiere decir "compra de santos".

Eso se va perdiendo y ahora la mayoría de las familias sólo tiene lo que se llama "el Misterio" o sea la Virgen, San José, el Niño, los Reyes Magos y los pastorcitos. Pero antes era costumbre tener cualquier cantidad de elementos que completara o diera un aspecto natural al nacimiento.

Se puede observar también todo tipo de objetos artesanales como tallas en madera, cerámica y retablos. Durante las noches se venden los tradicionales ponches para calentar el cuerpo.

Imagen del Niño Emanuel

La imagen del niño Manuelito, ha sido creada por lo artesanos con diferentes actitudes. Algunos tienen el rostro con chapas rojas y una mirada pícara, niños preciosos con sus rizos rubios y ojos de cristal. Su cuerpo, parece tener piel de indio y mantiene sus brazos abiertos en señal de recibimiento. Otros lo han esculpido, cansado y casi dormido; a veces pensativo y risueño. También los hay gateando, con la cabeza tratando de erguirse, en varios tamaños, dormido sobre un bracito, llorando porque se le clavó una espina por correr en los campos, luciendo trajes de terciopelo bordado, de tela encolada y policromada.

Se presentan también vestiditos para el niño, de todo tamaño, de todo tipo, porque hay muchas personas que tienen la costumbre de cambiarle el vestidito cada año al niño y los zapatitos... etc. Otras cosas que se compran son camas, cunas, catres para el Niño, angelitos tocando instrumentos variados, no faltaban variados pastorcillos, la vaca, el burro, corderitos y hasta toritos de Pucará.

Leyenda del Tayta niño

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Por otro lado, siguiendo la tradición oral, nos acogemos a la etnohistoria para referirnos al relato tradicional. Existe en un pueblo de nuestras serranías un templo, donde se venera una imagen del Niño-Dios, a quien los fieles llaman cariñosamente el Tayta-Niño. La gente refiere que hace mucho tiempo, el Tayta-Niño quiso vivir entre los hombres y vino a la Tierra. Le habían dicho que en aquellos lugares se cometían muchos abusos con los pobres; que los ricos eran crueles, despiadados, y quiso comprobarlo.

Resolvió hacerles una visita la víspera de Navidad, para lo cual tomó la apariencia de un viejo mendigo y al no encontrar cariño salió del pueblo lleno de tristeza. De pronto las aguas de los ríos vecinos empezaron a desbordarse y a inundarlo todo. Lluvias torrenciales cayeron del cielo y poco después aquel pueblo fue convertido en una inmensa laguna y no quedó ni rastros de él ni de sus moradores. Mientras tanto el Tayta-Niño siguió su camino.

Cansado y hambriento, se dirigió a una choza donde compartieron con el mendigo las escasas provisiones que habían guardado para celebrar la Nochebuena. Antes de retirarse a dormir, aquel hombre le pidió unas flores. Cuando la mujer despertó a medianoche, advirtió que toda su casa se hallaba iluminada. En el rincón donde dormía el mendigo, vio al Niño-Dios acompañado de dos ángeles. Su cuerpo resplandeciente como una estrella. Entonces comprendió que había alojado en su casa al Señor y se postró para adorarle.

A la mañana siguiente el Tayta-Niño, bajo la apariencia del mendigo, se despidió de la mujer y de sus dos hijos, agradeciéndoles su hospitalidad.

Había visto que la gente era buena y decidió quedarse en el pueblo para siempre. Poco después apareció misteriosamente la imagen del Tayta-Niño sobre el altar y allí se le venera desde entonces.

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